—Y en lo que toca a la carta de amores,
pondrás por firma: «Vuestro hasta la muerte, el Caballero de la Triste
Figura». Y hará poco al caso que vaya de mano ajena, porque, a lo que yo
me sé acordar, Dulcinea no sabe escribir ni leer y en toda su vida ha
visto letra mía ni carta mía, porque mis amores y los suyos han sido
siempre platónicos, sin estenderse a más que a un honesto mirar. Y aun
esto tan de cuando en cuando, que osaré jurar con verdad que en doce
años que ha que la quiero más que a la lumbre destos ojos que han de
comer la tierra, no la he visto cuatro veces, y aun podrá ser que destas
cuatro veces no hubiese ella echado de ver la una que la miraba: tal es
el recato y encerramiento con que sus padres, Lorenzo Corchuelo y su
madre Aldonza Nogales, la han criado.
—¡Ta, ta! —dijo Sancho—. ¿Que la hija de
Lorenzo Corchuelo es la señora Dulcinea del Toboso, llamada por otro
nombre Aldonza Lorenzo?
—Esa es —dijo don Quijote—, y es la que merece ser señora de todo el universo.
—Bien la conozco —dijo Sancho—, y sé decir
que tira tan bien una barra como el más forzudo zagal de todo el
pueblo. ¡Vive el Dador, que es moza de chapa, hecha y derecha y de pelo
en pecho, y que puede sacar la barba del lodo a cualquier caballero
andante o por andar que la tuviere por señora! ¡Oh hideputa, qué rejo
que tiene, y qué voz! Sé decir que se puso un día encima del campanario
del aldea a llamar unos zagales suyos que andaban en un barbecho de su
padre, y, aunque estaban de allí más de media legua, así la oyeron como
si estuvieran al pie de la torre. Y lo mejor que tiene es que no es nada
melindrosa, porque tiene mucho de cortesana: con todos se burla y de
todo hace mueca y donaire.
Gracias al librero que, disponiendo solamente de este marcapáginas, pensó en mí.
Anna Bilinska Bohdanowicz (1857-1893) fue una pintora realista ucraniana-polaca, conocida por sus
retratos, los cuales muchos de ellos alcanzaron un alto nivel
artístico. También pintó escenas de géneros y paisajes.