No hay hombre en Irlanda que tenga una conciencia más clara de lo que heredamos del pasado antiguo que Jim Fitzpàtrick. Ha sido su inspiración y tutor desde que, a los ocho años, se embarcó en un misterioso viaje en autobús cuyo destino secreto era Newgrange Tumulus.
No sólo es una autoridad en arte celta, sino que su propia obra altamente individualista encarna todas las virtudes celtas, una imaginación vívida, un amor por los detalles suntuosos combinados con una capacidad asombrosa para esforzarse y, lo más importante de todo, un sentido del misterio que se esconde detrás del mundo material.
Es el poeta irlandés más elocuente que jamás haya manejado una brocha.
(Texto traducido del reverso de los marcapáginas)