En el 2001 se celebró el centenario de la muerte de Clarín, el autor de La Regenta. Ese año la Universidad de Oviedo editó esta serie de seis marcapáginas que reproducen algunas litografías de la primera edición de la obra (1884-85). Hace ya tiempo una amiga coleccionista, a la que le estoy muy agradecida, me envió cuatro, por lo que llevaba ya tiempo intentando localizar los otros dos. Casualmente la semana pasada los he conseguido. Para mí son una joya.
Marcapáginas y portada de la primera edición
Reverso
Como se comenta en el reverso, Enrique Gómez Polo es el grabador y
Juan Llimona y Gómez Soler, los dibujantes
Doña Ana tardó mucho en dormirse, pero su vigilia ya no fue impaciente, desabrida. El espíritu se había refrigerado con el nuevo sesgo de los pensamientos. Aquel noble esposo a quien debía la dignidad y la independencia de su vida, bien merecía la abnegación constante a que ella estaba resuelta. Le había sacrificado su juventud: ¿por qué no continuar el sacrificio? No pensó más en aquellos años en que había una calumnia capaz de corromper la más pura inocencia; pensó en lo presente. Tal vez había sido providencial aquella aventura de la barca de Trébol. Si al principio, por ser tan niña, no había sacado ninguna enseñanza de aquella injusta persecución de la calumnia, más adelante, gracias a ella, aprendió a guardar las apariencias; supo, recordando lo pasado, que para el mundo no hay más virtud que la ostensible y aparatosa. Su alma se regocijó contemplando en la fantasía el holocausto del general respeto, de la admiración que como virtuosa y bella se le tributaba. En Vetusta, decir la Regenta era decir la perfecta casada. Ya no veía Anita la estúpida existencia de antes. Recordaba que la llamaban madre de los pobres. Sin ser beata, las más ardientes fanáticas la consideraban buena católica. Los más atrevidos Tenorios, famosos por sus temeridades, bajaban ante ella los ojos, y su hermosura se adoraba en silencio. Tal vez muchos la amaban, pero nadie se lo decía... Aquel mismo don Álvaro que tenía fama de atreverse a todo y conseguirlo todo, la quería, la adoraba sin duda alguna, estaba segura; más de dos años hacía que ella lo había conocido, pero él no había hablado más que con los ojos, donde Ana fingía no adivinar una pasión que era un crimen.
Película La Regenta. Introducción. Presentación de los personajes más importantes de la novela.