miércoles, 2 de enero de 2013

EDITORIAL SETELEE



Cuando quisimos darnos cuenta
el viejo cementerio de gorriones
ya no estaba en su sitio
y el ángel de la infancia
andaba loco
con el puzzle incompleto
entre las manos.
La varita del hada
que perdimos
segaba nuestras trenzas
y, -el sombrero de mago envejecido,
la magia mutilada -,
andábamos buscando cajitas-ataúdes
de nuestros diminutos zapatos infantiles,
(enterrad peter pan
stop
urgente).
El vendedor de globos no nos reconocía,
la confitera se había jubilado,
el alegre heladero
y aquel cine ambulante
no volvían…
Cuando quisimos darnos cuenta
debutábamos en un mundo de adultos,
-esta vez sin la máscara mimética -,
zapatos de tacón,
pantalón largo
y otro tipo distinto de ilusiones.

(Fragmento de un  poema de Cementerio de gorriones de Blanca Langa)

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