−¿Vive aquí −le preguntó− el señor de Estupiñá?
−¿Don Plácido?... En lo más último de arriba −contestó la joven, dando algunos pasos hacia fuera.
Y Juanito pensó: «Tú sales para que te vea el pie. Buena bota»... Pensando esto, advirtió que la muchacha sacaba del mantón una mano con mitón encarnado y que se la llevaba a la boca. La confianza se desbordaba del pecho del joven Santa Cruz, y no pudo menos de decir:
−¿Qué come usted, criatura?
−¿No lo ve usted? −replicó mostrándoselo−. Un huevo.
−¡Un huevo crudo!
Con mucho donaire, la muchacha se llevó a la boca por segunda vez el huevo roto y se atizó otro sorbo.
−No sé cómo puede usted comer esas babas crudas −dijo Santa Cruz, no hallando mejor modo de trabar conversación.
−Mejor que guisadas. ¿Quiere usted? −replicó ella ofreciendo al Delfín lo que en el cascarón quedaba.
Por entre los dedos de la chica se escurrían aquellas babas gelatinosas y transparentes. Tuvo tentaciones Juanito de aceptar la oferta; pero no; le repugnaban los huevos crudos.
−No, gracias.
Ella entonces se lo acabó de sorber, y arrojó el cascarón, que fue a estrellarse contra la pared del tramo inferior. Estaba limpiándose los dedos con el pañuelo, y Juanito discurriendo por dónde pegaría la hebra, cuando sonó abajo una voz terrible que dijo:
−¡Fortunaaá!
Entonces la chica se inclinó en el pasamanos y soltó un yia voy con chillido tan penetrante que Juanito creyó se le desgarraba el tímpano.
Benito Pérez Galdós: Fortunata y Jacinta.
A
los hijos de español y de india, o de indio y española, nos llaman
mestizos, por decir que somos mezclados de ambas naciones; fue impuesto
por los primeros españoles que tuvieron hijos en Indias; y por ser
nombre impuesto por nuestros padres y por su significación, me lo llamo
yo a boca llena y me honro con él. Aunque en Indias si a uno de ellos le
dicen sois un mestizo, lo toman por menosprecio. (...) De las grandezas
y prosperidades pasadas venían a las cosas presentes, lloraban sus
Reyes muertos, enajenado su Imperio y acabada su república, etc. Estas y
otras semejantes pláticas tenían los Incas Pallas en sus visitas, y con
la memoria del bien perdido siempre acababan su conversación en
lágrimas y llanto, diciendo: »Trocósenos el reinar en vasallaje...
Inca Garcilaso de la Vega: Comentarios reales.
- Cuentos medievales. De Oriente y Occidente.
AFILAR EL HACHA
En cierta ocasión, un joven llegó a un campo de leñadores con el
propósito de obtener trabajo. Habló con el responsable y éste, al ver el
aspecto y la fortaleza de aquel joven, lo aceptó sin pensárselo y le
dijo que podía empezar al días siguiente.
Durante su primer día en la montaña trabajó duramente y cortó muchos árboles.
El segundo día trabajó tanto como el primero, pero su producción fue escasamente la mitad del primer día.
El tercer día se propuso mejorar su producción. Desde el primer momento
golpeaba el hacha con toda su furia contra los árboles. Aun así, los
resultados fueron nulos.
Cuando el leñador jefe se dio cuenta del escaso rendimiento del joven leñador, le preguntó:
-¿Cuándo fue la última vez que afilaste tu hacha?
El joven respondió:
-Realmente, no he tenido tiempo... He estado demasiado ocupado cortando árboles...
¡ Preciosa y elaborada entrada!
ResponderEliminarMuy interesantes los marcapáginas.
Unha aperta
Luisa
Gracias, Marisa; como dices tú, "se hace lo que se puede".
EliminarUnha aperta.
Creo que ya te dije que me tocó hacer un trabajo sobre Luces de Bohemia y al ver el mps me he "transportado" mentalmente a mis 17 años.
ResponderEliminarEn cuanto a la frase que aparece en el mps de Luces de Bohemia, más acertada, imposible. No hay más que fijarse en nuestra clase política, sobre todo, en los que van de salvadores de la PPatria.
Un abrazo
Sí, recuerdo que me lo habías comentado en otra ocasión. Me alegra que te "teletransporte" gratamente (entiendo) a a los 17, eso significa que por lo menos algo grato hizo ese profesor/a de Literatura.
EliminarCon relación a la frase, pues...tal cual...
Un abrazo.
Gostei muito desta entrada e dos marcadores.
ResponderEliminarTambém li «Fortunata y Jacinta» em jovem. Garcilaso de la Vega mais tarde, mas não a obra referida. De Valle Inclán não me lembro de ter lido nada, mas é muito referido num livro que li sobre os cafés madrilenos pelas tertúlias em que participava.
Bom dia!
Valle Inclán foi un galego moi especial, con fama de bohemio (aínda que parece que non tanto como se supuña),amante das tertulias literarias madrileñas de principios do século XX, un maestro do modernismo e o creador do "esperpento". Considérase que a súa obra cumbre é "Luces de bohemia", da que fala Pini no seu comentario.
ResponderEliminarPolo que vexo, estás moi ao tanto da literatura en castelá.
Unha aperta.
Siempre me gustó mucho ese retrato de Galdós. Y qué decir del de Valle, con su mirada retadora y lúcida. Estupenda entrada.
ResponderEliminarBicos
A mí también me encanta el retrato de Galdós; Sorolla fue un genio de la luz y del retrato. La fotografía de Valle del marcapáginas tiene un algo especial que no tienen las otras conocidas. Si la amplías se ve una mirada llorosa ¿indulgente? (no sé si esa es la palabra.
ResponderEliminarUnha aperta.
Enhorabuena por esta estupenda entrada, de mis favoritas. Yo tengo que reconocer que 'Luces de bohemia' me decepcionó un poco, quizás porque me esperaba demasiado. De 'Fortunata y Jacinta' solo puedo decir que me encantó. De Garcilaso solo he leído fragmentos de alguna de sus obras, en tiempos de colegio como Pini.
ResponderEliminarGracias Justa.
Charo.