lunes, 10 de enero de 2022

CLÁSICOS EN EDICIÓNS PORTUGUESAS

 


—Sí, señor, es cierto, aunque no creo que tenga nada que ver con lo del azúcar y la sal. Vinieron dos curas y tomaron sopa muy temprano, nada más abrir. Los dos eran muy tranquilos y respetables, uno de ellos pagó la cuenta y se marchó, el otro, que parecía un poco más lento, tardó unos minutos en recoger sus cosas. Pero por fin se fue. Sólo que, justo antes de salir a la calle, cogió su taza, que sólo había vaciado a medias, y echó la sopa contra la pared. Yo estaba en la trastienda, y el camarero también, así que, cuando salí, me encontré con la pared salpicada y el restaurante vacío. No causaron daños mayores, aunque maldita la gracia que tiene, así que traté de alcanzarlos en la calle.

Cuentos del Padre Brawn.



Serios peligros amenazaban a French-den, expuesto a los ataques de siete
malhechores vigorosos y armados. El interés de Walston era sin duda alguna
marcharse cuanto antes de la isla Chairmán; pero si llegara a sospechar la
existencia de una pequeña colonia, bien provista de cuanto carecía él, no
vacilaría en agredirla, siendo así que todas las ventajas estarían de su parte.
Los jóvenes se vieron obligados, pues, a tomar minuciosas precauciones, a no
alejarse del río Zealand ni a aventurarse, sin gran necesidad, por los
alrededores del lago, mientras Walston y su banda no abandonasen la isla.

Dos años de vacaciones.

Comenzamos a rodear la montaña, y cuando la tromba calló sobre ella, afortunadamente ya habíamos pasado a la otra vertiente. Por fin, a las once de la noche, en plena oscuridad, llegamos a la cumbre del Sneffels. Antes de refugiarnos en el interior del cráter, pude ver el sol de medianoche que proyectaba sus pálidos rayos sobre la isla dormida a mis pies. Dimos cuenta de la cena rápidamente y nos instalamos lo mejor que pudimos. La cama era dura y las condiciones poco acogedoras, pero logré dormir de un tirón y ni siquiera soñé. Al día siguiente nos despertó un sol espléndido. Desde la cima se dominaba la mayor parte de la isla. Veía los valles, los lagos y los precipicios diminutos abajo, a mis pies. A la derecha, glaciares y picos humeantes, y al oeste, Groenlandia en medio de la bruma.

Viaje al centro de la Tierra.


Cuando el camino empezó a ascender, la figura de su acompañante se destacó sobre el cielo más claro: era un gigante. Crane se quedó aterrorizado al observar que no tenía cabeza, pero su horror llegó al máximo cuando se percató de que la cabeza, que debía estar sobre los hombros, se encontraba sobre la silla, delante del jinete: su miedo llegó a la desesperación. Cayó sobre Pólvora un diluvio de golpes y de espolazos, en la esperanza de dejar atrás a su compañero. Pero el espectro avanzó a la misma velocidad. Corrían sacando chispas del suelo. La levita de Crane volaba por el aire, mientras éste, con el flaco cuerpo inclinado sobre la cabeza del caballo, trataba de huir a todo galope.

Leyenda del jinete sin cabeza y otros cuentos.

Gracias, Manuela.

4 comentarios:

  1. Me encanta esta temática y , por supuesto, la entrada.
    Es genial revisitar estas obras y un ejercicio para la memoria, que a mi me viene muy bien.
    Bicos desde a Alta,

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  2. Lo siento, sólo he leido el de Julio Verne, viaje al centro de la tierra.
    Abrazos.

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  3. Li os dois de Verne porque houve um tempo, em miúda, em que devorei os livros destes escritor. O Padre Brown só li, quando passou uma série na tv, talvez nos anos 70.
    O último não li, mas ainda estou a tempo de fazê-lo. 😉
    Obrigada pela entrada.
    Bom dia!

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  4. Son sencillos, pero tienen un diseño muy acertado. He leído algo de Irving (cuentos de la Alhambra )
    Un abrazo

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